El primer registro que se tiene de un sello hecho por el ser humano data del año 4.000 a.C. Cuando en Mesopotamia se comenzó a usar como un método de certificación de autenticidad. Estos sellos no tenían aún la forma de anillo, eran dispositivos cilíndricos hechos en piedra con un huecograbado o bajo relieve que se hacían girar sobre arcilla húmeda dejando una clara impresión.
Más adelante, en el antiguo Egipto, el sello comenzó a tener la forma de anillo. Los faraones, los líderes religiosos y los nobles llevaban anillos de piedra o cerámica. Incluso un sello de Faraón se menciona en el libro de Génesis: «Quitándose el anillo de sello de su mano, el Faraón lo puso en la mano de José ; lo colocó en ropas de lino fino y le puso una cadena de oro alrededor del cuello». Génesis 41:42
Por otra parte, en Europa , la cultura minoica temprana (3100 a.C.) fabricó anillos de piedras blandas y marfil. Luego, en la Edad del Bronce, se convirtieron en los anillos de sello que hoy conocemos. Durante el período Helenístico se consideraron una forma de arte además de ser utilizados para su propósito y eran tan atesorados que incluso el rey Mithridates VI de Pontus era un ávido coleccionista de anillos sello.
En la época medieval, casi todas las personas de la nobleza llevaban un anillo sello y lo usaban para firmar y sellar sus cartas y otros papeles importantes. El anillo sello era considerado la única forma auténtica de firmar sin preocuparse por falsificaciones o manipulaciones. En el siglo XIV con el rey Eduardo II se instauró que todos los documentos oficiales debían llevar el sello del anillo sello del rey.
Hasta el siglo XIX, el arte de la escritura no era tan común como hoy, y existían escribanos que tenían como oficio escribir a mano los documentos oficiales que luego serían sellados por quien los redactó. Ésa es una de las razones por las que el anillo sello era tan vital e importante para la sociedad.
Durante muchos siglos, el anillo sello se destruía en una ceremonia cuando fallecía su propietario, para así impedir futuros fraudes o confusiones. Todavía hoy, después de la muerte de un Papa, obtener la posesión del Anillo del Pescador, el sello papal, es el primer deber del Cardenal Camerlengo, para ver que se destruya. Es un acto prescrito que allana el camino para la sede vacante y la posterior elección de un nuevo Papa.
Esto describe muy bien el gran valor que llegó a tener la primera pieza de joyería utilizada con un propósito claramente práctico, y es también la razón por la cual a pesar que algunas personas tienen anillos sello que fueron transmitidos de generación en generación, la mayoría de ellos son bastante modernos.
En el siglo XIX se inventó la técnica de identificación mediante huella dactilar, inventada por el francés Alphonse Bertillon junto con otros sistemas para certificar documentos que reemplazaron al sellado con lacre, pero el uso del anillo sello adquirió otro carácter, se acentuó su valor como testimonio histórico y símbolo de pertenencia y así se inicia la costumbre de traspasar el anillo sello familiar de padre a hijo.
A pesar de que se perdió el propósito principal, el uso del anillo sello sigue siendo popular y hoy en día. Los usan hombres y mujeres, ya sea como una reliquia familiar, como un símbolo de fraternidad, o como pertenencia a algún grupo.
Cualquiera puede usarlos, por ejemplo, si bien muchos escudos familiares tienen siglos de antigüedad, todos comenzaron en un momento determinado y como cada anillo sello debiera simbolizar en su escudo el origen e historia familiar, es una gran idea actualizar los símbolos del escudo heráldico original al crear un nuevo anillo sello que será la continuación o el inicio de una nueva tradición.
Junto al cliente crearemos patrimonio en un proceso personal, donde cada anillo sello se elabora a mano, todos hechos a pedido y según las características indicadas por el cliente. El anillo resultante será una declaración familiar y un importante testimonio que llevará la historia familiar a través de las generaciones.